Wednesday, November 23, 2005

Me odio. El día que Tito empezo un guión de cine..


1. Interior – Departamento de Walter - Día
Primer plano a despertador digital sonando a las 7 de la mañana. El plano se aleja y toma una cama y una pieza desordenada. Sobre la cama Walter se da vuelta apaga el despertador de dos manotazos errando el primero y pegando el segundo con fastidio.
Por la persiana ligeramente torcida o rota, se cola un rayo de luz. Rápidamente y con un primer plano a la cara del protagonista ojos entre cerrados mirando el despertador nuevamente.

Walter: Puta!, Puta!, No llego me dormí de nuevo. Puta!

Mientras lo vemos levantándose de un salto de la cama, enganchándose un pie entre las sabanas y cayendo de boca al piso, escuchamos la voz en off.
( Vemos a Walter entrando al baño tomándose la cabeza masajeando la frente por el dolor, no vemos todavía la cara, mira la pileta, levanta la vista se mira al espejo y se congela la imagen, la cara entre perdedor y dormido con barba de varios días)

Voz en off de Walter: Mi nombre es Walter y soy uno mas de los que no se fueron en el ultimo gran éxodo a Europa o donde sea. Vivo en Mar del Plata desde que nací hace 32 años y pretendo ser letrista. Mientras tanto trato de sobrevivir dando clases de música en un par de colegios de acá. Hoy casualmente empiezo en uno nuevo y por eso no puedo llegar tarde, dicho sea de paso, voy a llegar tarde.
( Se reinicia la acción lavándose la cara y los dientes se nota que esta apurado pero por alguna razón no hace caso al reloj y se queda mirándose alguna imperfección de la cara)
Me levante temprano. El único rayo de sol de esa mañana gris se colaba por la única hendija de mi desvencijada ventana.
Tropecé con mis pantuflas “feliz día del padre” y camine hacia el baño. En el camino me lleve por delante el marco de la puerta. Estaba claro que el día comenzaba mal. Peor si pensamos que era el primer día del año. Un mal año a juzgar por sus primeras horas.
Nunca me caracterice por ser el prototipo del optimista.
Me lavo la cara, los dientes y me miro al espejo. Me seco y vuelvo a mirar esa cara que no me es familiar. Llego a la conclusión que estaba esquivando desde hacia años. Me odio. Odio mi pelada nerviosa que me obliga a pasarme la afeitadora por la cabeza una vez por semana. Odio mi protuberancia en la aleta derecha de mi nariz, esa que hoy me saco pero que nunca llega el día de quemarla. Odio mis cejas gruesas, mi nariz tipo morrón bebe, y odio algunas marcas de la varicela. Me miro de nuevo detenidamente y me doy cuenta de mi parecido es casi idéntico con un sorete de un baño de la estación de trenes.
Solo me mire la cara. Me fijo en mis bolsas, debajo de los comunes ojos marrones que los genes de mi madre me dio, y veo con horror que estas crecen como la bolsa de la basura de un McDonald´s en un día feriado.
Mi cuerpo no desentona con la descripción patética de la foto del antes en un anuncio de la dieta milagrosa.
Panza, granos en mi espalda que no veo, pero que me explotan al apretarlos como hobby sistemático de la noche, pelusa de un color siempre indescriptible, en el ombligo mas profundo que senti con mi dedo índice, brazos cortos sin músculos y la extraña sensación de ser, además de lo físico, un ser humano casi humano. Diríamos despreciable.
Pero lo que mas asco me da, es mi condición de boludo.
El boludo es un ser que no aprende de sus errores, al que todo le sale mal en las mismas áreas de vida, varias veces en su propia y puta vida.
Es el que recibe la palmada en la espalda dos minutos antes de ser echado de la empresa donde trabaja de una patada en el culo, como si esa caricia pre-voleo midiera con exactitud prusiana el lugar del impacto justo a 70 cm mas abajo. Como si un ciego le buscara la cabeza a su lazarillo para pegarle en el lomo.
Mi odio nace el mismo día en que yo nací, un 4 de julio de 1972. Nace un boludo debería haber titulado La Capital, diario local con alcance zonal y que hoy por hoy no lee nadie. Pero como todos bien sabemos un boludo además de nacer debe hacerse. No cualquiera puede ser un gran boludo. Los síntomas se ven en los primeros días de vida Un bebe no sabe que no debe poner una pieza de metal en un enchufe. Pero un bebe boludo sabe, inconscientemente es cierto, que esa acción puede producir un cierto daño o la muerte por electrocución. El boludo se muere. Un gran boludo no. Ese se salva solo para que su futura patética vida siga su curso, su sufrimiento permanente.
Poseo la increíble pero verificable capacidad de elegir mal. De pisar baldosas flojas en un día de lluvia. Nunca un cerámico fijo, nunca una buena elección.
Nunca un feriado con sol.
Las mujeres. Nunca una buena elección. Locas, histéricas, sexopatas, complicadas, infieles, malos bichos, sin aspiraciones, sin cultura, lindas huecas, psicópatas, celosas, sucias, piojosas, desconfiadas, mal criadas, y muchos defectos tremendos que para ellas mismas eran virtudes. Tuve un diccionarios de sinónimos de defectos en mis relaciones.
Un boludo no elige. Un boludo sigue adelante aunque le cueste felicidad. La irremediable etapa del sadomasoquismo boludo fue una experiencia vivida y que me dejo algunas marcas o todas la marcas que tengo.
Pero ese tema puede esperar.
Estaba levantándome para un nuevo día. Últimamente me doy cuenta que no elijo bien. Que mi vida se basa en malas elecciones a todo nivel. Y en un flasback vuelvo hacia la adolescencia, pero es demasiada honestidad para un solo día...