Monday, September 22, 2008

Todos los viernes


Cada día, es lo mismo. Es una repetición del anterior. Me levanto, desayuno mi café con leche con tostadas. Le preparo los huevos revueltos a Hugo. Despierto a Jenny con un beso en la frente,
- Levántate que tenes que ir al cole, le digo. Todos los días igual. Después me visto con mi uniforme y me voy al Hospital a limpiar . El único día distinto es el viernes.

Todos lo días es lo mismo, pero el viernes limpio en terapia intensiva y en ese instante que veo tanto dolor, y sufrimiento dejo de sentirme tan desdichada. El viernes, por pudor o por lastima, me siento una mujer afortunada. El Viernes, es mi día feliz. No dejo de sentir culpa. Me siento feliz porque hay gente que sufre. Pero me siento plena, mejor que nunca durante esas ocho horas. Luego todo vuelve a la normalidad. Si hasta considero que es mi mejor día de limpieza. El viernes el piso brilla. El viernes, yo brillo.
Pero hoy es jueves. Y debo llegar para limpiar todos los vidrios.
Mañana es mi día, no hoy. Al llegar a la casilla del guardia del hospital, veo como todo va al mismo ritmo, doctores y enfermeras, secretarias y ayudantes, todos corren y se mueven por todos los pasillos a una velocidad infernal, menos nosotras, el grupo de limpieza. Tenemos una velocidad crucero, no importa si hubo un choque, un asesinato o si se cayeron las torres, nosotras limpiamos todos los días al mismo ritmo. El lunes los consultorios, los martes quirófanos, miércoles pasillos y salas de estar, jueves los vidrios y a mi el viernes me toca, el mejor lugar del mundo, el que me hace feliz, terapia.

Llego a casa con los brazos doloridos de pasar el papel para sacarle brillo a los vidrios, no puedo mas, menos mal que mañana es viernes.
Cada día, es lo mismo. Es una repetición del anterior. Me levanto, desayuno mi café con leche con tostadas. Pero hoy es distinto, es viernes. Hoy me siento bien, es mi único día de felicidad. Hasta se podría decir que hasta me siento poderosa. Es extraña la sensación, no podría decir porque, pero tengo un determinado poder que no puedo explicar.
Además todos lo notan, no puedo esconder la sonrisa de mi rostro, el – Levántate, Jenny es muy distinto al del resto de los días. Se podría decir que se oye más musical
Llego al hospital saludo y me dispongo a ingresar al buró de limpieza y me frenan en seco,
- Hilda, hoy queremos que uses esta maquina nueva de abrillantar los pisos.
- Bueno, no hay problema. Le digo al manager de limpieza.
Pero si hay problemas. El enchufe es distinto a la anterior maquina y no tengo adaptador. Ya me voy a arreglar, nada podrá complicar mi día especial.
Termine de limpiar todo, hoy quedo muy brillante, la verdad que la maquina fue una buena compra. Los familiares de los internados deben notar la diferencia. Los internos no creo, están muy maltrechos, como para ver un piso mas o menos brillante.
Me voy a casa, contenta y triste. Todos los viernes igual. Contenta por el trabajo, triste no se porque.

El lunes cuando me reincorporo, al trabajo no empieza del todo bien. Me preguntan por un interno. Me dicen que estaba estable, que se murió, me indican donde estaba para ver si yo vi algo raro. Según me dicen no debería haber muerto, pregunto donde estaba de nuevo y me dicen ahí, al lado de la ventana que da a sala de médicos, del otro lado de la puerta, el hombre pelado de bigotes. Yo les contesto que no se nada, que yo no soy medica que solo soy personal de limpieza y que no me doy cuenta de los internos. Que ni los miro. Me dice que los disculpe, que tengo razón , que no es mi tarea, pero que les parece tan extraño, que le preguntaron a todos, hasta a los familiares, que José, así se llamaba, iba a pasar a terapia intermedia por la buena evolución que tenia. Les dije que lo sentía mucho pero que nos lo podía ayudar mas, que hoy era lunes y que tenía que limpiar los consultorios y que si no empezaba de inmediato, no iba a terminar. Me saludaron pidiéndome disculpas. Me fui. Lo único que lamentaba era que faltaba mucho para el viernes.

La semana paso sin mucho cambio, como siempre, como hacia siete años ya, desde que entre en ese hospital. Al fin llego el viernes, hoy voy probar algunas cosas de la maquina nueva que no vi el viernes anterior. Cuando termine, me dio la sensación de que el piso quedo mejor que antes, pero también sentía un poder inexplicable, así como un dejo de tristeza, igual que la semana anterior. No le di mucha importancia, mi vida es muy monótona, así que intuí que mis sensaciones deberían ser así también. Este fin de semana, Hugo nos va llevar al lago a pescar. Puede ser divertido, hace mucho que no salimos todos juntos.

El lago estuvo tranquilo, lo pase muy bien, fui feliz otra vez un fin de semana.
El lunes el hospital estaba conmocionado. Había muerto alguien en terapia, el viernes en la misma cama que José, el muerto de la semana pasada, ese que me habían preguntado, sin embargo, este nuevo difunto compartía cama pero no enfermedad, y no estaba tan bien. Había chocado y estaba muy estropeado. No podía salvarse. Pero que casualidad que muriera, un viernes y en la misma cama. Me sentí mal. Pensé que alguien quería arruinarme el día especial. Me enoje mucho con ese “fulano” que no conocía. No creo en las casualidades. Alguien metió mano en esto.
Mi vida era realmente una mierda, así lo sentía: solo tenia un día bueno. Se que era un acto de egoísmo sentirme bien. Me sentía feliz porque otros estaban mal. Era así, no había vuelta. Empezaba a acostumbrarme a la idea.

A la cuarta muerte, todo era un peligroso misterio, yo me lo había tomado como personal. Alguien se esta metiendo en mi felicidad. Todos los muertos estaban en la misma cama, enfrentados a la puerta, al lado de la ventana, era la cama que tenia todas esas maquinitas que nunca había entendido muy bien. Pero a mi no me importaban los pacientes, ni que ninguno tenia la misma dolencia o enfermedad. Ni que la cama estaba maldita como me decían mis compañeras. Era conmigo. Era mi felicidad la que estaba en juego. Estaba decidida a averiguar que pasaba, quién me había plantado la brujería.

Los meses seguían pasando y era matemático, si el mes tenía cinco viernes, había cinco muertes. Cuatro decesos si había cuatro viernes en el mes. Todos en la misma cama. Fui a buenas brujas, pero ninguna me decía que pasaba, me frustre, me enoje, maldecí, a mi y a los muertos, el piso no brillaba tanto y yo menos. Las autoridades me preguntaban a mí, que podía saber yo, les contestaba. Yo sabía, alguien estaba empeñado en cagarme el día especial. Pero hoy, lo iba a descubrir. Hoy era viernes. Hoy no se me escapaba.

Llegue al hospital con la tarea de anotar todo lo que iba a hacer durante el día. Cuando llegará a mi casa lo iba a leer y algo iba a descubrir. Hasta el mas mínimo detalle iba a anotarlo en mi libreta de las compras.
Bueno, le voy a dar de comer a Hugo y Jenny y voy a leer minuciosamente mis anotaciones. Hugo me pregunta- ¿Te vas a acostar? – Ya voy , le contesto.
Bueno, repasemos. Llego al Hospital 8 horas, Me cambio en el buró y busco la abrillantadora de pisos. 8.15 hs. subo por el ascensor de servicio a terapia, entro, barro todo el piso, le aplico liquido brillante. 9 hs. voy hasta el otro lado de la sala, al lado de la ventana que da a sala de médicos, me agacho, busco un toma corriente, como siempre no hay ninguno libre, desenchufo uno, enchufo la maquina lustradora y empiezo a pasarla por el piso. 10.30 hs. me agacho de nuevo, al lado de la cama maldita, desenchufo la maquina, enchufo el enchufe que desenchufe, enrollo el cable. 10.45 hs. me tomo el ascensor para el buró, guardo la maquina, me quedo repasando el resto de los piso y en la oficina por si me necesitan para algo.
OK, ya lo leí veinte veces. Definitivamente, es una muy buena bruja. No encuentro nada fuera de lo normal, es lo que vengo haciendo todos los viernes desde que compraron la maquina que no tenia adaptador...Es claro la brujería vino con la abrillantadora nueva....
Mañana es sábado, espero que Hugo nos lleve al lago. Estuvo lindo la última vez...

Un hospital de Sudáfrica fue testigo de uno de los misterios más grandes de la medicina. Todos los viernes por la mañana moría un paciente, siempre en la misma cama. Tuviera la enfermedad que tuviera, el paciente no pasaba el viernes a la mañana. Durante cuatro meses el hecho fue objeto de investigaciones, sin obtener ningún resultado. Hasta que las autoridades del hospital descubrieron la causa. Los viernes por la mañana entraba a esa sala una empleada de limpieza. Esta desconectaba la maquina que mantenía las constantes vitales del paciente que estaba en esa cama. Lejos de hacerlo para hacer el mal, luego enchufaba la lustradora de pisos. Lustraba toda la sala, una vez que terminaba, desenchufaba la maquina y enchufaba la que mantenía vivo al paciente. Sin darse cuenta de la muerte del paciente se iba con la satisfacción del deber cumplido.